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Al volante de este compacto, actualizado estéticamente hace unos meses, recorremos los parajes naturales del Delta de l’Ebre. La riqueza biológica de la zona bien merece la responsabilidad de una sociedad con ganas de mejorar su entorno. Prueba de ello es la rapidez con la que se agotaron los fondos para el Plan Movea 2017, en tan sólo 24 horas el programa de ayudas a la compra de vehículos eléctricos, de pila de combustible, gas e híbridos se quedó a cero. En este caso el Seat León TGI se nutre del GNC para reducir sus emisiones hasta los 96 gramos el kilómetro frente los 114 de su idéntico de gasolina. Además, el consumo homologado por la firma es de 3,6 litros a los cien kilómetros, un dato que conseguimos circulando por vía rápida por debajo de los 120 km/h.
Circular entre los arrozales en verano significa verde, mucho verde. Un color intrínseco de esta zona en época estival. Su superficie aglutina todo tipo de especies que residen entre sus cañizales y es que todo el mundo conoce la zona por su dedicación al arroz, una industria que apenas ha evolucionado por lo que resulta muy interesante observar los procesos manuales de la recogida. La pesca ha sido y es un pilar fundamental de la economía del territorio, un hecho palpable que se descubre al visitar el puerto de Sant Carles de la Ràpita, nuestro destino final. Pese a la fuerza de estos sectores el turismo se ha convertido en una fuente de ingresos de vital importancia así que nos proponemos descubrir los encantos de una de la zona.
VALOR MEDIOAMBIENTAL
Los amantes de la naturaleza conocen la zona por su interés biológico y la presencia de aves actuáticas pero también por la facilidad un practicar un deporte acuático en concreto, el kitesurf. A nuestra llegada a la playa El trabucador nos queda claro el porqué. Este apéndice de más de 6 kilómetros de largo ofrece una fotografía mágica, con el mar a ambos lados de la tierra y espacio de sobras para disfrutar de un día al sol con plena tranquilidad mientras el resto de la familia practica este deporte. En su extremo se encuentran las Salinas de la Trinitat, las únicas que quedan en Catalunya. Otro de los puntos curiosos de este Delta es el faro de Buda, una construcción que quedó atrapada por el mar pero que todavía puede verse a desde la costa.
El cansancio hará mella pero observar la puesta de sol desde esta playa tan especial valdrá la pena para, a continuación, visitar Sant Carles de la Ràpita. Esta capital gastronómica de las Terras de l’Ebre destaca por sus langostinos, mejillones y ostras por lo que, como debería ser en cada destino, recomendamos degustar alguno de sus platos más típicos. Llevados por las buenas críticas en internet descubrimos el restaurante L’Heretgia del sabor, un local que juega con la tradición para dar un toque moderno a sus platos sin necesidad de pedir ayuda a su amable servicio. Sus menús de 25 euros son suficientes pero no está de más investigar en la carta para ir a dormir con la sensación de acabar con lo mejor del día, un banquete para retomar fuerzas y seguir con la última ruta.
Fuente: elperiodico.com
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