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1. La conducción es distinta a la de los coches convencionales: es una creencia errónea, según Shepherd. “La sensación es la misma, ya que las prestaciones de los coches de GNC son idénticas a las de los diésel o gasolina con igual potencia”, afirma.
2. Los depósitos de gas son menos seguros: para el experto de SEAT, son iguales o más seguros que los de gasolina o diésel. “Están diseñados, fabricados y homologados siguiendo los estándares más altos de la industria”, asegura. Además, “incluyen una válvula de seguridad que, en caso de emergencia, evacuaría el gas a la atmósfera de manera controlada”. Hay que recordar que este carburante no es líquido sino gaseoso y muy volátil, por lo que apenas tardaría tiempo en escapar del depósito si este no fuera estanco.
Los componentes del depósito son probados en condiciones extremas: soportan una presión de más de 400 bares. Para que el gas se licuase, necesitaría una temperatura inferior a -160º
3. No pueden circular en episodios de alta contaminación: todo lo contrario. Los GNC están clasificados con la etiqueta ‘ECO’, por lo que es totalmente legal emplearlos cuando se restringe el tráfico ante episodios de exceso de polución. Además, esta calificación conlleva ventajas para el propietario como una bonificación del 75% en el impuesto sobre sobre vehículos de tracción mecánica, la exención del pago del impuesto de matriculación, o descuentos al estacionar en zonas de aparcamiento restringido.
4. Son coches más caros: falso. Su precio es similar al de un vehículo convencional, a lo que además se añaden los beneficios a largo plazo. “Llenar el depósito, por ejemplo, cuesta sólo 13 euros”, explica Shepherd, “lo que permite un ahorro del 30% con respecto a los vehículos diésel y un 55% en comparación con uno de gasolina”. El coste de la adaptación del motor y la inclusión de un nuevo depósito suele asumido por la marca en un alto porcentaje mientras que el coste por kilómetro recorrido es muy inferior.
5. Si se agota el gas, no se puede circular con un GNC: estos coches cuentan con una tecnología bifuel que alterna el uso de gas y gasolina. En el caso de SEAT, tiene prioridad el GNC y cuando se agota, la alimentación cambia automáticamente.
Con estos coches se pueden recorrer hasta 1.300 km sin necesidad de repostar al sumar la autonomía del depósito de GNC y gasolina
6. Sólo funciona si tiene gas: los GNC funcionan por defecto con gas y se puede circular con ellos sin recurrir a otro depósito. Pero Shepherd recuerda que es necesario llevar un mínimo de gasolina pues, en según qué condiciones, el motor requiere del uso de la gasolina como por ejemplo al arrancar con una temperatura exterior baja o justo después de repostar gas. Por otra parte, la gasolina almacenada deberá consumirse en seis meses, si no perdería calidad y podría provocar un fallo del motor, aunque este es un mal endémico de este carburante y no de este coche.
7. El mantenimiento es más costoso: comparándolo con el de un coche de combustible tradicional, es el mismo. “Se ha extendido la falsa idea de que las bujías o los filtros tienen que cambiarse con mayor frecuencia”, declara el responsable de GNC de SEAT. “Los motores no se calientan más. La única diferencia es la necesidad de certificar la estanqueidad del sistema del gas antes de cada revisión de ITV, además de realizar cada cuatro años una inspección visual de los depósitos en un taller especializado”.
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Estas revisiones, en opinión de Shepherd, son la demostración más clara de los altos estándares de seguridad de la novedosa tecnología GNC, que está preparada para irrumpir con fuerza en los próximos años. Sólo en 2017, las matriculaciones de este tipo de vehículos crecieron un 237% en España.
Fuente: Cosas de coches
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